Nuestras vidas van por distintos senderos, sin llegar a imaginar que en algún momento se puedan cruzar, y por el mismo camino lleguemos a caminar.
Vamos conociéndonos en nuestro largo caminar, una bonita amistad comienza a manar, brota del alma y la sinceridad.

Intercambiando historias de nuestro largo pesar, apoyándonos el uno al otro por este camino empedrado, que la vida nos ha deparado, sin esperar nada a cambio, ni reparar en el pasado.
La distancia nos separa, más no es impedimento para que en este momento vayamos unidos, a cada paso que demos siempre recordemos que unos senderos consiguió una gran amistad, que surge en los caminos de la sinceridad y la verdad.
El que pide más de lo que ofrece, ni tiene amigos, ni los merece.