Su sonrisa inocente, su tierna mirada encandilaba a su adorable madre que la miraba con esos ojos que tan solo una madre sabe mirar.
Soñaba con educar a su niña en el paraíso de sus sueños, donde las flores engalanaban con diademas de vivos colores la cabeza de la dama y sus hojas hacen en el suelo una mullida cama para el descanso nocturno de ambas mientras en una rama cercana velando su sueño la lechuza canta con su ulular para sus pesadillas espantar y que de esa carita la sonrisa nunca se pueda borrar.
Foto de Juan López de Ael