La maldad se disfraza de bondad

Que el mal existe es obvio todo los sabemos, que hay muchas formas de hacer el mal también lo sabemos, lo vemos todos los días en lo periódicos, en las noticias de la televisión o en cualquier otro medio de comunicación.

Hay personas que son malas por naturaleza y su maldad llega a niveles insospechados para cualquier persona normal, por desgracia cualquiera se puede cruzar en la vida de una de estas personas y entonces estas acabado/a si llega a fijarse en ti tú vida cambia, se vuelve insoportable para uno mismo y seguramente deliciosa para el que infringe el mal ya que disfruta, goza con ello.

Por desgracia conozco algunas de estas personas, son egocéntricas solo piensan en ellas y para ellas, para su satisfacción personal, son excéntricas, de gustos raros tan celosos/as de sus cosas que no permiten que nadie se las toque.

No les vale que el dolor o el mal lo causen terceras personas, eso no les gusta se ven desplazados por esas personas y por consiguiente son sus enemigos y blanco de su maldad, son extrovertidas aunque aparentan de cara a la galería todo lo contrario; Aparentan amabilidad, dulzura, comprensión, pero realmente todo es una fachada una careta para ganarse la confianza de sus víctimas (llamémoslas así)  Son cazadores que necesitan hacer el mal a toda costa para sentirse realizados por ello como cazadores cuando ven una presa la rastrean, la siguen hasta que la dan alcance y la hacen caer en sus redes, entonces es cuando empieza el verdadero calvario de la victima.

Ahora con las redes sociales las posibilidades de acoso de estos seres son muchos más intensos ya que controlan a sus víctimas desde cualquier lugar y las tienen muy localizadas, tienen distintas formas de acosar a sus víctimas, desde el insulto verbal que no suele ser el más habitual a no ser que el desgaste que le esté produciendo sea muy grande y pierda el control, otra forma es, una vez ganada la confianza de la víctima es dominarla e ir rebajando su autoestima menospreciándola, quizás esta sea la forma que más les guste porque su poder de dominación es casi total y lo saben, esto les hace crecerse y creerse superiores, también juegan con la víctima haciéndole creer que los demás están en contra de ella y él es el único que la aprecia verdaderamente y los demás solo se aprovechan de ellas (de las víctimas) Al final es tal la dependencia que se crean con su agresor que la mayoría acaban teniendo el síndrome de Estocolmo.

Es muy duro ver como personas a las que aprecias por la relación que has mantenido con ellas, se dejan arrastrar por este tipo de maldad, vas viendo como la van poniendo en contra tuya hasta que consiguen que se enfrente a ti y se enemiste contigo sin tu poder hacer nada al ver que no atiende a razones y que ya no ve nada más que por los ojos del mal y habla por su boca. Esto si le da fuerza y poder, esto si que hace crecer su ego y su maldad se multiplica.

Mientras que tu te sientes impotente ante tanta maldad, viendo como el mal ha vuelto a ganar la partida, porque el mal siempre gana, desgraciadamente es así, el mal no tiene reglas y por lo tanto no tiene que respetarlas.