Cruel Venganza


Este relato ha sido creado para  flemingLAB    Taller Literario & Audiovisual

impartido por Juan Re Crevillo y publicado en el blog#masticadoresdeletras

Cruel Venganza

Era una persona algo tímida, hasta se podría decir que era introvertido, de niño cuando contaba con la edad de dos años unas fiebres le afectaron a la vista causándole perdida de visión y estrabismo, a tan corta edad tuvieron que ponerle lentes y aquello fue el principio de un calvario.

Cuando contaba con tres años al comenzar en parvulario los demás niños se metían con él, le llamaban cuatro ojos, gafotas y cualquier cosa que se le pudieran ocurrir a esa edad que pudiera hacer daño. Lo que le llevo a encerrarse mas en si mismo.

Fue creciendo y su vida no mejoraba, ya en la adolescencia las cosas se le complicaron aún más, al empezar el desarrollo se lleno de acné, su aspecto físico no mejoraba nada, las gafas cada vez eran de cristales más gruesos lo que hacía que no pudiera ponerse una montura más estilizada, los ojos cada vez mas redondos y pequeños, su complexión era mas bien rellenita y una estatura media, las chicas ni se fijaban en el cuando iba a la discoteca Era como si no existiera por lo que siempre se colocaba en un lugar oscuro desde donde podía observar toda la pista de baile y contemplarlas sin sentirse a disgusto o inferior.

Los días fueron pasando, haciéndose meses y los meses años y aquel odio se fue enconando, odio hacía si mismo, hacía la sociedad, hacía todos aquellos que le habían mirado mal, es un tiempo en el que se forma una imagen en el cerebro y va creciendo lentamente como un pudin en el horno, hasta que oprime las paredes del cráneo para acabar explotando, llevándolo a la locura a la paranoia, apareciendo en él instintos asesinos y ansias de venganza de todos aquellos que se burlaban como si fuera un engendro del mismísimo infierno.

Al ser una persona tan introvertida se había convertido en un adicto a la red, se pasaba muchas horas conectado a internet, aunque no era asiduo a las redes sociales ya que tampoco tenia muchos seguidores.

En la red veía todo lo que publicaban y aprendía muchas cosas, solía visionar vídeos en youtube, o las noticias del mundo donde cada vez aparecían más atentados en Estados Unidos que chicos como él también estaban marginados. En aquel país es más fácil hacerse de un arma de fuego que en España. Su cabeza era una vorágine de ideas cada vez que veía una noticia de ese tipo e incluso llegó a estudiar vídeo tutoriales que supuestamente estaban prohibidos por la ley, aunque para él no había secretos en la red, no se consideraba un hacker pero si un virtuoso de la informática.

Cada día que pasaba su mente se distorsionaba más, hasta el punto que comenzó a fraguarse una idea que iba saboreando como si fuera un exquisito dulce de merengue, cada tarde veía vídeos tutoriales de cómo se fabricaban bombas caseras. En su cabeza empezó a vivir el momento en que el artefacto hiciera explosión y él desde una distancia prudencial lo contemplara todo, quería grabar cada segundo que pasara para saborear su triunfo cada día de su vida.

Cuando su idea se forjó en un plan, se dispuso a llevarlo a cabo, para lo que fue recabando todos los ingredientes que necesitaba para la fabricación del explosivo, una olla spress, tornillos y tuercas que hicieran de metralla, un despertador antiguo que tuvo que conseguir en un rastrillo de una ciudad cercana ya que no los encontró en ninguna tienda de la suya, cables y el detonante a base de pólvora y gas comprimido.

Cuando por fin lo tuvo todo listo se dedico a montar el artefacto siguiendo al pie de la letra las instrucciones que había descargado de Internet, de la página de unos radicales. Una web que fue cerrada pocos días después por la policía lo que no le importo lo mas mínimo.

Una vez montada la bomba, su ego y su paranoia le llevaron a emular a aquellos que antes que él habían realizado hechos similares, grabándose en vídeo para subirlo a la red y que el mundo supiera de su épico acto de venganza, para lo cual escribió un guión y lo memorizo, no quería que se notara nada de nerviosismo o el más leve titubeo;  Una vez listo y lo subió a la red lo que hizo que se convirtiera en viral en pocos días, llegando a manos de la policía que enseguida se puso a investigar, pero no lo tenían fácil para seguir el rastro a través de la red, era precavido y había evitado que saliera nada que lo pudiera comprometer, una pared blanca de fondo sin ningún cuadro o dibujo, sin ventana en ese lado del cuarto, solo los agujeros de las chinchetas de la decoración y un par de alcayatas de unos cuadros que tiene colgados normalmente, por lo demás nada que se pudiera apreciar a simple vista, se vistió con ropa negra, pasamontañas y unas gafas de sol oscuras, guantes en las manos de tal forma que no se apreciara nada de su físico.

Pero la policía sabe bien su trabajo y esta acostumbrada a ver allí donde nadie ve, en un examen muy concienzudo de las imágenes descubrió pistas muy importantes y poco a poco fueron estrechando el cerco a aquel terrorista en potencia. Se descubrió a través del visionado de las imágenes que la marca de la cámara de vídeo era una JVC GZ de los últimos modelos del mercado gracias al mando a distancia que el individuo llevaba en su mano izquierda y por tanto era zurdo. También dedujeron que la habitación tenia una ventana que daba al sur y que en el momento de la grabación estaba abierta, que la casa se encontraba cerca de una estación de tren o de la vía cercana a la estación y a una carretera con gran transito, que el individuo en cuestión no pronunciaba bien la erre aunque trataba de disimularlo. Todo esto lo pudieron sacar de unas imágenes que supuestamente no decían nada.

El día en el que se iba a realizar el atentado la policía estaba en alerta controlando todos los lugares públicos de la ciudad pues suponían que  serían en uno de ellos donde el terrorista pondría la bomba.

El sujeto se dirigió al lugar en el que iba a explosionar, al llegar era aún de madrugada no se veía a nadie. Miró al reloj aún le quedaban cuatro horas para el momento crucial, fue directamente al despacho del director del instituto donde su locura había estallado y allí era donde iba a dejar la bomba, lo tenía todo muy bien planeado, abrió la puerta del armario y sacó las cajas de papeles que había, puso el artefacto que llevaba en una caja igual a las que había allí dentro y coloco las otras, llevándose una que sobraba consigo.

El despacho estaba situado en la segunda planta del edificio con clases a ambos lados y arriba y debajo. Según sus cálculos el daño de la explosión sería grandísimo.

Se acababa el tiempo y la policía seguía sin dar con el terrorista.

La casualidad quiso que un agente se fijara en un chico de unos dieciocho o veinte años sentado en el banco de un parque a un par de calles de un instituto, llevaba una cámara de vídeo en la mano y no quitaba ojo del reloj el policía recordó que la cámara era igual que la que les habían enseñado en fotografía para que preguntaran por las tiendas de electrónica de la ciudad, se acercó hasta él para pedirle la documentación cuando de repente una explosión lo tiro al suelo desde esa posición pudo ver la cara de aquel chico había éxtasis, regocijo, satisfacción.

Aquel se levanto del banco y se fue tan tranquilo silbando una melodía que el policía se sabía de memoria por su afición a los wéstern: La muerte tenía un precio.

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