Confesiones de una mente atormentada.

Hoy os voy a confesar una cosa, algo que me tiene traumatizado desde que tengo uso de razón. Tal día como hoy mi madre me trajo al mundo, en aquella época no se iba al hospital, sino que nos tenían en casa.

Bueno ya antes de llegar el día que me tocaba nacer la comadrona, que era la encargada de asistir a las parturientas en casa si todo iba bien, si se complicaba algo llamaban al médico y como última opción, enviaban a la parturienta al hospital que se encontraba a una hora de carretera (una hora hoy día) hace 49 años eran al menos dos.

Bueno como decía ya antes del día del parto ya le decía a mi madre que iba a tener un hijo muy feo, que era mejor que andará mucho para que dilatara más rápido y diera a luz (no se por que se le llamaba así si entonces se alumbraban aún con candil) el caso que sería mejor adelantar el parto ya que si nacía el 1 de noviembre iba a quitar el protagonismo al día de difuntos (entonces tampoco existía eso de jalogüin) De haber existido hoy día podría ser una atracción turística e incluso una especie protegida por la UNESCO y reconocida como patrimonio de la humanidad.

Con todo esto no quiero decir que fuera feo, ni mucho menos (al menos para mi madre) aunque recuerdo que cuando decía esa frase que dicen las madres a sus hijos recién nacidos, «Que guapo es mi niño» yo veía como tragaba saliva y miraba para otro lado. Entonces no lo entendía, acababa de nacer, con el tiempo lo fui comprendiendo mejor e incluso asimilándolo.

Ahora soy consciente de quien soy y de por que estoy aquí, ¿Fue una equivocación?¿O ignorancia? Más bien lo segundo, si hubieran sabido que se impondría en este país la fiesta de Halloween tendría fama reconocida a nivel mundial y los niños se pondrían caretas con mi imagen e incluso tendrían pesadillas conmigo y no con un cuento de viejas como es el Coco.

Pero bueno es lo que hay nacemos cuando nacemos porque la comadrona, por no decir la cabrona quiso evitar que en la noche de difuntos me rezaran a mi en ves de a los anterior mente mencionados y en vez de peregrinar a los cementerios, lo harían a la casa de mi madre y le pondrían velas para pedir por mi, por esta belleza natural que me dio la madre que me pario y el padre que me hizo.

¡Uf! Que agustito me he quedado, era como una flema que tenia en el pecho y no podía expulsar y por ¡Fin! la eche y me he quedado como nuevo.

Abrazos a todos, y no tengáis pesadillas, que no soy Freddy Krueger por culpa de las tradiciones.

De esa os habéis salvado.

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