Es la primavera de 1976 y el doctor Héctor Alban tiene veinticuatro años. Sentado en la puerta de una cafetería, observa a la gente pasar frente a él mientras espera a que vengan a tomarle nota, lo cual, y como viene siendo costumbre, no llegará a suceder. Ya le conocen y, como cada mañana durante los últimos meses, le llevarán su café con leche de siempre sin ni siquiera preguntarle. Piensa que algún día no le apetecerá tomárselo y que se lo tendrá que beber igualmente; jamás se le ocurriría señalar que esa vez hubiese preferido otra cosa, no digamos ya quejarse. Javier Balart siempre le recrimina con insolencia esta actitud suya tan conformista, o al menos es lo que hará en el futuro, cuando se conozcan por las malas; en 1976 Balart todavía no ha nacido. Esta es además una de las razones por las que la vida de…
Ver la entrada original 1.043 palabras más