Cuando mire hacía arriba, quede extasiado.
¡Como no!
Si aquello que colgaba era un badajo,
lo que hacía tañer al bronce.
Al igual que el del cencerro
de la vaca huyendo al trote,
del toro bravo buscado,
aplacar la bravura.
Así clama el badajo,
que cuelga del lo alto del campanario,
llamando a los feligreses,
para aplacarles las penas,
que si bien no queman,
arden en el alma.
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Velehay 
Hermosa!!!
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Te gustan los badajos? 😛
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No tanto, me gustó tu foto!
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Jajaja. No se porque me lo imaginaba. 😉
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😂😂😂😂
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Voy a ver que me encuentro en un jueves de café aunque un colacaito me vendría mejor, por los nervios, nerviosos. 😛
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Pues entonces café hoy no, solo los versos 😜
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Ya oleremos que nos ofrece el mar, con su aroma y su amistad. 😉
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Estaré esperando… 😘
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Pues no te hago esperar más, el poema esta servido, como pastas para el café.
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