Lo contrataban por ser o eso decían, el mejor profesional en lo suyo. Los números le avalaban, cuarenta y nueve servicios realizados con total éxito, de cincuenta contratos, solo uno falló, no fue culpa suya, nadie le dijo que aquél hombre tenía guardaespaldas, tuvo que matar a los dos, uno gratis, eso era algo que no toleraba.
Alguien debía pagar por aquel error, y lo haría.
Cuando recibió éste último encargo supo que realmente sería el último y que no podría enmendar el único error de su carrera. Acepto el contrato sin verificar quién era el sujeto que requería de sus servicios, solo que era una mujer la que le había contratado para que acabara con el asesino que había matado a su marido.
Cuando leyó el informe se dio cuenta que era el segundo error de su carrera, al aceptar aquel contrato se había convertido en víctima y verdugo.
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Eso es terminar la carrera profesional inmerso en un auténtico dilema… Muy bueno, con un final muy sorprendente. 🙂
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Jajaja. A veces los dilemas finales son de lo más sorprendentes. 😉 Gracias guapa por tus comentarios. 🙂
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Así puede ser la felicidad tierna y no tanto. Es como la fama, cuesta y hay que sudar para conseguirla.
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¡Plop! ¡Hasta ahí nomás llegó su exitosa carrera y vida…!
¡Muy bueno, Antonio!
🤗🤗🤗😘😘😘
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Las vidas intensas suelen ser cortas. 😉
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