Hace poco que conocí a Ana Isabel del blog Versos en tu piel, desde que leí el primero de sus poemas me gusto su forma de expresarse, por eso creo que ya era tiempo de acercaosla y que la conozcáis para aquellos que aún no la conocen. Es una escritora sensible, con estilo y temple.
iñaki Alegria nos deja esta reivindicación de cómo en la sociedad actual los prejuicios sobre las mujeres siguen siendo una losa, tanto es así que hay hombres que violan a las mujeres con su mirada, las desnudan, las acosan, las…Literalmente violan, así como suena. La libertad no existe en algunos países en otros en los que teóricamente si, el machismo sigue acechando desde las sombras. Es lamentable que en pleno siglo XXI haya cosas que no hayan cambiado y nos trasladen a la edad de piedra donde el homo sapiens se creía con derecho de poseer lo que quisiera por la fuerza. En este escrito Iñaki nos traslada a aquella época en pleno siglo XXI. Pero en vez de usar un palo y la fuerza, se usa, la mirada y el machismo.
Estos caballeros, poetas maravillosos, han hecho del jueves un día lleno de café y poesía. Han hecho un sueño realidad, han unido a tres países por unas horas en una tarde, en una casita sencilla pero donde se les quiere con todo el corazón. Por esta tarde me siento feliz de tenerles en casa para mi. Muchas gracias.
Como olvidar el sabor de esos besos que no me das,
como olvidar las caricias que no recibo,
como olvidar el tacto de tu piel que no siento.
Como olvidar todo aquello que no puedo recordar.
Me gustaría poder saborear, sentir, notar.
Al menos sabría que una vez estuviste cerca.
Ahora solo me queda pensar que cada sorbo de amargo café es una parte de ti,
cada voluta de humo de esta taza me lleva hasta ti,
cada vez que agarro la taza es como si te agarrara a ti.
Aquí os traigo otro bonito cuento creado a partir de una imagen de Loedar, para la Guardería de peques.
Espero que os guste.
En un inmenso y profundo bosque donde vivían muchos animales y seres fantásticos, gnomos debajo de las setas que les servían de entrada a sus casas, duendes en los huecos de los árboles,ninfas en los juncos de la orilla del río, y hadas que parecían luciérnagas con sus varitas iluminadas al ser agitadas, vivía Calixta, una joven hada muy guapa y lista —lista por lo inteligente que era—.
Siempre estaba leyendo libros de flores, plantas —los beneficios y los peligros de cada clase— y de animales, sus especies y familias, y lista, porque siempre estaba dispuesta a ayudar a quien lo necesitara. Si una mariposa se enredaba en la tela de una araña, allí estaba Calixta para ayudarla a escapar, eso sí, sin dañar ni a la mariposa, ni a la tela. Por eso las arañas no se enfadaban con ella, porque no las hacía trabajar en repararlas; no como otros seres del bosque que ni miraban siquiera, las rompían y tenían que volverlas a rehacer.
Una noche, Calixta iba paseando por
el bosque. Volaba de flor en flor como las abejas de planta en planta; de hoja
en hoja como si de un saltamontes de tratara; e iba hablando sola como hacen
las seres inteligentes. Hay quienes piensan que están locos por hablar solos; pero
eso dicen los que no entienden que para aprender hay recordar una y otra vez lo
que has leído, y hay veces que no te das cuenta y lo haces en voz alta; pero a
ella no le importaba lo que los demás pensaran. En sus pensamientos estaba
absorta cuando comenzó a oír un gemido, un sollozo muy bajito, pero audible para
los oídos de un hada como Calixta.
Se acercó hacia donde provenía el
llanto y encontró a una niña pequeña sentada debajo de un árbol; tenía los
brazos abrazándose las rodillas. Estaba helada y aterida de miedo. Calixta, al
verla, le habló con suavidad para que no se asustara más y saliera corriendo.
—¡Hola, hermosa niña! ¿Qué haces
sola, de noche, en el bosque?
—¡Me he perdido y no encuentro a
mis papás! —dijo la niña mirando a todos
lados.
Calixta no se dejó ver hasta no
estar segura que la niña no se asustaría al verla.
—¿Quién eres tú? —preguntó la
niña.
—Yo soy un hada y me llamo
Calixta. Y tú, ¿cómo te llamas? —le preguntó el hada.
—Yo me llamo Laura y las hadas no
existen —dijo la niña.
—¿Quién te ha contado eso?
—Mis papás dicen que no existen,
que son cuentos para los niños —le comentó la niña.
—¡Las hadas existen; yo estoy
aquí! —dijo Calixta. Eso dicen los humanos adultos porque han perdido su
inocencia y ya no sueñan, como lo hacen los niños; por eso no pueden vernos;
por eso y porque no nos dejamos ver. ¿Quieres verme?
—¡Sí, claro! Me gustaría —contestó
la niña.
Calixta se asomó de detrás del
arbusto en el que se había escondido. Se apareció despacio para que Laura la
viera y se acercó a ella, ya que las hadas son pequeñitas, pero muy coquetas. Usan
vestidos de los colores más brillantes y flores en el pelo como diademas.
—¿Tú eres un hada? —dijo la niña
al verla.
—Claro, ya te lo he dicho. Soy un
hada y me llamo Calixta.
—¡Qué pequeña eres, pero qué
linda! —dijo la niña con sinceridad.
—¡Muchas gracias, Laura! ¡Tú
también eres muy guapa! —le contestó el hada. Ahora debería ayudarte a
encontrar a tu familia ¿no crees?
—¿Lo harías?¿Me ayudarás a
encontrar a mis papás? —le dijo la niña emocionada.
—Claro; seguro que te estarán
buscando por el bosque y no queremos que se pierdan ellos también, ¿verdad?
—No, supongo que no. Ellos no
encontrarían un hada que los ayudase —dijo la niña con pena.
—Seguramente sí, pero no las
verían. Los humanos se han portado mal con nosotros: cortan los árboles donde
vivimos, envenenan los ríos donde nos bañamos, son descuidados, dejan la basura
tirada en cualquier lado; muchas de mis hermanas se han quedado atrapadas entre
su desperdicios. Bueno, vámonos dejémonos
de charla que se hace tarde para ti
—dijo el hada después del discurso que le soltó a la niña sin querer,
pues ella no tenía la culpa; pero al menos aprendería del porqué las hadas no se
le aparecían a los hombres. Sigue la luz que emite mi varita, pues a mí no me
verás si me alejo un poco.
Las dos se pusieron en camino
mientras Calixta le explicaba a Laura que en el bosque vivía con sus hermanas y
sus primas, las ninfas del agua y los gnomos. ¡Ah! Y los verdes duendes; pero
que también había seres muy malos como los ogros, o los trolls, pero que estos
vivían bajo las montañas y rara vez se adentraban tan en el bosque, porque
sabían que a los demás seres no les gustaban.
En esto estaban cuando Calixta
oyó algo:
—¡Chisss!
La hizo callar.
—¡Laura! ¿Dónde estás? ¡Lauraaaa!
—gritaba alguien entre la espesura.
—¡Ahí están! ¿Ves? Te están
buscando —le dijo Calixta. Te acercaré hasta ellos, pero debemos despedirnos
aquí, no pueden verme.
—¡Qué pena, me gustaría que te
conocieran! —le dijo la niña.
—Eso no puede ser, Laura. Ellos
no me verían aunque quisieran —le explicó el hada.
—¿Y qué les digo?
—¡La verdad! Siempre tienes que
decir la verdad —le dijo el hada.
—Pero no me van a creer… —dijo
tristemente la niña.
—Aún así, siempre di la verdad. Es
preferible que no crean una verdad, a que lo hagan con una mentira. Así es como
el hombre perdió la inocencia, ya no distingue la verdad de la mentira, lo que
está bien de lo que está mal —le explicó el hada.
—¿Nos volveremos a ver algún día?
—le preguntó la niña.
—Si dices siempre la verdad,
aunque a veces a alguien le duela oírla, y me recuerdas, nunca perderás la
inocencia. Entonces, solo entonces nos podremos volver, si por el bosque vienes
algún día —le dijo el hada.
—¡Así lo haré! Vendré a verte
algún día, Calixta, ¡gracias! —le dijo la niña con lágrimas en los ojos. ¡Eres
una hada muy guapa y lista, mi querida Calixta!
—¡Gracias, Laura! Eres una niña
muy buena, no pierdas nunca tu inocencia —le dijo el hada con una lágrima
apuntando en sus ojos al oír las palabras de la niña.
—¡Te prometo que así lo haré!
Cuidaré de los árboles y las flores y del agua de los ríos —dijo Laura mientras se alejaba corriendo
hacia las voces que la llamaban.
—¡Papááá..! ¡Mamááá…! ¡Estoy
aquííí! —fue lo último que escuchó Calixta, antes de volver al interior del
bosque.
Me gusta traer a nuevos escritores, sí lo sé, por regla general son poetas o poetisas, pero es que me gusta la poesía por si alguien no se había dado cuenta.
Procuro acercaros escritores nuevos o mejor dicho poco conocidos para todos, a veces hasta para mi; pero esto no quiere decir que los conocidos o más bien amigos/as los deje de lado.
Que va, al revés, mayor motivo para que de vez en cuando os acerque alguna de sus obras que más me llaman la atención, no que más me guste, porque no sería justo ya que me gusta todas y no tendría horas el día para crear y subir vídeo poemas suyos.
Para ello tendría que dejar de lado otros proyectos y no va ha poder ser.
Lo somos, por eso nos gusta la poesía, por el sentimiento que trasmite y que nosotros atesoramos.
Bueno como decía, hoy os traigo un poema de mi buena y querida amiga SariCarmen, creo que es más que conocida por todos nosotros así que su nombre habla por si solo, al igual que sus poemas, que cada día te atrapan más, sera porque no te suelta el anterior y el nuevo aprieta un poquito más en esa parte sensible que todos tenemos pero que muchas veces tratamos de ocultar. ¿Por miedo? Quizás pero ¿A qué? A que nos llamen sensibleros.
A mi este poema me lleno el día, la noche y los días siguiente, lo he leído unas cuantas veces, no puedo decir un numero porque mentiría o me quedaría corto, así que ni uno, ni lo otro.
Os lo dejo aquí para que vosotros lo escuchéis alguna que otra vez y os llene como a mi.
Esta es una pequeña actualización. Del por mí llamado, ficus buda, un conjunto creado por unos plantones de ficus y un buda sentado en unas pequeñas lajas de pizarra, protegido o abrazado (como queramos decir) por una mano.
Este proyecto lo cree esta primavera pasada y ha evolucionado muy favorablemente.
Siento que a la hora de grabar este vídeo el comienzo no haya salido, por problemas técnicos (se me olvido poner a grabar la cámara). Aún así se ve el diseño y lo que se o mejor dicho pretendo que sea esta composición.
Pronto llegarán unas fechas muy señaladas, pero antes tendremos unos días de asueto, en los que hay momentos que no sabremos que hacer y qué mejor entretenimiento que un poco de lectura.
Aquí os dejo un compendio de literatura variada. Poesía, relatos y hasta una leyenda de lo más amena a la vez que conocemos algo de la historia de nuestro país.
Tres libros diferentes escritos por la misma mente, porque dicen que en la variedad esta el gusto, la hay para todos.
Así no me podréis negar que no pienso en todos vosotros.
Un libro de poesía para todos los gustos, sesenta poemas de amor y desamor, dolor y frustración, pero sobre todo mucho sentimiento.
Un relato, mitad real y mitad fantasía.
Los ingredientes de toda buena leyenda y que da nombre a una comarca de Extremadura.
40 relatos que nos llevan desde el amor más tierno al asesinato más cruel, odio, venganza, celos, robos y muertes.
Incluye el cuento de navidad ganador del concurso de radio televisión Onda Cartagena de Murcia.
Estos tres libros se pueden encontrar en amazón tanto en formato tradicional, como en formato digital. En la variedad esta el gusto.
Espero que los leáis, aquellos que aún no lo han hecho y que os gusten.
Hace un frío tremendo, así que el cáfe está más que listo. Calientito para las manos frías y para el alma, de mis amigos, sus poesías. Gracias por venir queridos míos, a pesar del tiempo, de la distancia, de lo fácil o lo difícil que lo estén pasando, a pesar de todo, gracias por venir a casa.
Comienza un nuevo día, ya se aleja la noche, les estrellas se ocultan tras un halo de sombras. Aquí me encuentro yo, en la penumbra, escribiendo estos versos, mientras tu luz me alumbra. Asciende el humo, de un café recién hecho y traen a mi memoria esas letras, que he leído al despuntar el alba, vienen de tu puño y letra que se me clavan en el alma.
Amanece en tus ojos mientras el sol se pone en los míos y tu primer pensamiento soy yo y tú eres el último mío.