Un caluroso jueves recibe a mis queridos poetas, y aunque apetece más un agua helada todos coincidimos en que siempre un café es mejor para los versos y para el amor. Gracias amigos míos, gracias a mi hermano del alma Antonio por recibir a nuestros amigos la semana pasada, gracias por venir de nuevo. Besos.
El atardecer da paso a la oscuridad de la noche, los sueños llaman de nuevo a la puerta, dejan volar la imaginación allá donde no te pueden llevar los pies. Besar esos labios que no puedes besar, sentir esas manos que no están aquí. Como dijo el poeta, la vida es sueño y los sueños, sueños son. Un jueves más, soñaremos juntos al lado de esa taza de café, que no nos quita el sueño, ni las ganas de soñar.
Antonio Caro Escobar
El calor, del verano, llega al café de la cita, este jueves…
Llegué a
casa muy tarde
serian cerca de
las dos de
la mañana, estaba
agotado y con
ganas de acostarme,
tenía el cuerpo
dolorido, me encontraba
más muerto que
vivo de la
paliza que me
habían dado esos
cretinos, pero me
he salido con la mía
a pesar
de los golpes
recibidos, se lo
han tragado todo.
Había salido
a trabajar después
de tomar un
café y darme
una ducha, a
las ocho estaba
ya en mi
puesto como cada
día, trabajo de
administrativo en una
empresa de transportes,
pero hoy cosa
se ha complicado
mucho.
A eso
de las once
han llegado unos
agentes de policía con
una orden de
registro nos han
requisado los discos
duros de los
ordenadores y han
puesto patas arriba
la oficina, no han
mediado palabra alguna
a excepción del comisario.
Se han
llevado detenido a mi jefe
y a los
demás nos han
dejado libres bajo
palabra de estar
localizables.
Me disponía
a irme para
casa cuando un
coche paró a
mi altura y
dos hombres que
han salido de
la nada, me
han cogido del
brazo y me han
introducido en el coche, me tapado la
cabeza con una
capucha solo han
dicho —silencio o eres
hombre muerto— . No
tenía intención de
hacerme el valiente
así que no he dicho nada.
Me han llevado a una nave donde me han atado a una silla y me han dado de puñetazos, querían saber que había hecho con el dinero de las cuentas que mi jefe tenia en las caimán, ese dinero les pertenecía, les he convencido que no sabía nada que era cosa del contable, al final me han soltado, se lo han tragado todo; mañana cojo un vuelo a un país donde disfrutar de mi nueva fortuna.
Esta semana, por motivos de índole mayor nuestra mayor y mejor anfitriona, (hasta el momento no hemos tenido otra). Aparte de un servidor (que se quedaría en anfitrión).
No ha podido darnos asilo e invitarnos al café que ya por costumbre le exigimos (las costumbres hacen leyes). Me he tomado la licencia (a petición de ella). De poner mi casa, mi cara , mi cama y pega la vuelta. (Ah no perdón, que eso es de una canción de Pimpinela.
He puesto mi espacio a disposición de los compañeros/as poetas para que esta tarde de café siga adelante y no pierda fuerza, aunque hoy no has sido mucho los visitantes. (comprensible, no tengo ni el carácter, ni el físico de Belita). Ójala, con el físico me conformaba. 😉
Así que agradecido de los que han tenido la deferencia de acercarse esta tarde y brindarnos sus letras. Y a los que no, solo decirles que las puertas de este espacio está a su disposición para cuando gusten.
Este jueves, con café, no será la cita que tenemos de anfitrión a don Antón por la ausencia de nuestra amiga Belita.
Así que en la mesa habrá buen jamón aunque sea tan virtual como la visita.
Que vamos a hacerle, es la intención, que nos mantiene formales, no ausentes.
Ya habrá, seguramente, alguna ocasión en la que todos podamos estar presentes.
Yo no me meteré con Antón y eso que es un buen fajador pero lo tenemos de anfitrión lo trataré como un embajador de esta semanal reunión tan amena y mejor versada.
Aunque yo sea, de excomunión digno, por mi mala parrafada.
Al leer tus paréntesis los silencios me invitan a recorrer tus canciones, sonidos concentrados como aurora tras un eclipse de amor en tus labios.
Luego, los adjetivos emergen en las aguas de tus amores, formando figuras en el aire y dando espacio a los verbos que quiebran los paréntesisa media tarde, a la hora infinita del café reposado.
Queda en cada átomo nuestro la sintaxis del instante, el aroma de la taza acompañada con los panes concebidos en el horno de los ojos fundidos en el calentamiento global de tus aguas interiores.
Es el tiempo del invisible abrazo,la estancia que nos funde en el retrato de la rústica mesa y sus tazas de café, metáfora de los panes antes consumidos en la ilusión de nuestra compañía.