Escribir jugando -Marzo 22-


Este es mi relato para el reto «Escribir jugando» de Lídia Castro Navás, correspondiente al mes de marzo.

Cada día a la misma hora, las cuatro en punto de la tarde, aquel extraño ser se veía catapultado a la mesa de aquella terraza de bar en medio de las montañas, dónde las nubes se paseaban entre las mesas, daba un aspecto curioso al ambiente.  

Se sentaba siempre en la misma mesa, algo que provocaba las miradas de los demás clientes, ya que el sombrero se fusionaba con las montañas del fondo, de tal forma que parecía que la montaña principal parecía un apéndice que sobresalía de su sombrero.  

90 palabras

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#poemasaromadosacafé


Cae la lluvia golpeando mi ventana.

El atardecer nos trae ese ocaso que solo ella sabe hacer,

son solo unos minutos,

pero nunca son iguales,

cada momento,

cada atardecer,

cada ocaso,

es diferente al anterior,

al que vendrá.

Me siento cerca de la ventana,

una taza de café en mis manos las calientan del frio de la tarde,

mientras las gotas resbalan por el cristal,

-como lágrimas derramadas por un sin sentido,

entre rayos y estruendos de una loca tormenta seca.-

Miró el atardecer, la hora dorada,

sin dejar de ver y oír como explosionan

y retumban las balas.

#poemasaromadosacafé

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