
Cae la lluvia golpeando mi ventana.
El atardecer nos trae ese ocaso que solo ella sabe hacer,
son solo unos minutos,
pero nunca son iguales,
cada momento,
cada atardecer,
cada ocaso,
es diferente al anterior,
al que vendrá.
Me siento cerca de la ventana,
una taza de café en mis manos las calientan del frio de la tarde,
mientras las gotas resbalan por el cristal,
-como lágrimas derramadas por un sin sentido,
entre rayos y estruendos de una loca tormenta seca.-

Miró el atardecer, la hora dorada,
sin dejar de ver y oír como explosionan
y retumban las balas.
#poemasaromadosacafé
