Este es mi aporte al reto escribir jugando de Lídia Castro Navás para de este mes de noviembre.


Hay cosas que nunca cambian
Corrían los años raudos, hemos llegado a 1908 y aún Caronte sigue cobrando lo mismo, una moneda por cruzar a las almas condenadas el estigia, algunos se creen más listos que los ratones colorados y tratan de engañarlo para ahorrarse el viaje, pero él, que sabe más por viejo que por zorro, los deja hacer, hasta que llegan a la mitad del lago, donde los arroja para alimento a las bestias del inframundo.
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